terça-feira, 18 de dezembro de 2012

Microconvivencias no tren.



Nos asientos de atrás hai unha nai e unha nena, unha omnipotente e unha ninfa, unha madrastra e unha cenicienta.
A nai é ríxida como unha vela. É nova, leva unhas gafas grandes moi modernas, un ordenador e uns papeles que parecen cousa difícil.
A nena non fai nada. Está diseñada á súa imaxe: vestidos de dibuxiños, diademas que lle disciplinan o perfecto peinado.
Non sei qué cousa terrible terá feito para que a madrastra a ameace con deixala na próxima estación. “levanta los pies!, levanta los pies! (pffff…) levanta los pies!” (que non se acomodan, non hai maneira, a ese ángulo). Aprétalle a manta en pliegues perfectos contra o seu corpo pequeniño. Non moverá un dedo ata mañá pola mañá. O revisor pasa e lle dice “non sei qué”. “Lo ves?” incrèpalle a nai ainda en presenza da autoridade (ainda peor!!) [qué raio de alianza é esa?, malditxs!].
Se foras capaz de repoñerte de todo ese rigor na túa contra … en dez anos deséxote que non afogues a risa coas mans, que bailes sen reparar nas miradas, que fales alto, forte e que ames con alegría e non con esmero. En dez anos… feliz rebelión, pequena.

domingo, 9 de dezembro de 2012

De momentos sibaritas en estos tiempos que corroen



Menú del día para un domingo: huevos fritos con pimientos y patatas, y de postre, qué hay de postre?... Abro la nevera y allí están, dos plátanos aburridos y feos que me amenazan con acabar de corromperse hoy mismo si no me los como ya.
Vamos a ver qué se puede hacer con esto, Elo. Pon los recuerdos a funcionar...
                   
Allá en la época de felices vivencias despreocupadas de Poeta Cabanyes, Olaya Sandoval nos enseñaba “ás noias”  todo tipo de recursos culinarios, entre ellos, el batido para plátanos ya poco ufanos: un poco de leche, plátanos adentro y aliento azucarado de vainilla. Batidora a filispín, y para rematar, un sssssusssssurro de canela.
Tanto el resultado como la presentación son sorprendentes. Sólo Olaya podía elevar unos plátanos marchitos a la categoría de golosina.
Pero el sibaritismo no es una comida, ni siquiera un postre, es una actitud aprendida (en Francia, bien sûre). Antes de introducir la cuchara en la canela que graciosamente se resiste a desaparecer entre la leche aplatanada, cojan una onza de chocolate. Sólo una, porque el placer reside en saber que se disfrutará sólo unos segundos… o hasta donde se quiera prolongar la dulce agonía. Y lo que hagan con la onza de chocolate, ya es cosa suya y de su imaginación.
Gracias maestra Olaya, por estos gozos. 

Aquí mi delito, recién nutrido.

sexta-feira, 23 de novembro de 2012

Ação PoÉ(Li)tica de espelhos



Olhou como desci os degraus.
Eu voltava para a era do Hades, sorrindo.
Ele, para a primavera,
mais por alguns momentos fomos um só povo alegre.




quinta-feira, 15 de novembro de 2012

Sobre mi experiencia en La Zarzuela



Sofía apoyaba con abulia sus reales nalgas en el respaldo de la silla, que milagrosamente no cedía ante su peso pluma. Me miraba con confianza y agrado, como si estuviera acostumbrada a esa clase de audiencias oníricas – siempre tan profesional-.
-         – (con naturalidad y tono familiar)- allí en Citroën todavía tienen mi contrato y el de mi prima, de cuando trabajábamos en la cadena de montaje, durante la República.
-         Claro- respondía yo seducida por las batallas de esa especie de tía Sofía- querrán conservarlos, son documentos históricos, una curiosidad…
De repente suena una campanilla, aquella que se supone que nos despierta definitivamente del absurdo. No; en palacio las campanillas de plata anuncian la hora de la merienda.
Al instante, una cohorte ruidosísima de infantes invade la estancia “como debieron haber hecho en su día Las Meninas en el cuadro” – razono-.
No tardan ni tres segundos en tomar posición alrededor de la mesa de madera, barnizada y con ribetes en las patas estilo años setenta.
La mesa se llena de dulces. El bizcocho de chocolate es la estrella. Se riega bien con el Oporto. Nadie, entonces, repara en la intrusa: - “que se sirva, si quiere”- sé que piensan , sin ni siquiera llegar a pensarlo, egocéntricos como son los niños-.
A la intrusa, que vacila, que no ha decidido aún si el participar del banquete real contradice sus principios republicanos, la sirven y calla. “Ante todo educada”- y piensa en su madre. Come la mitad y deja la otra mitad para la tía Sofía que se acaba su plato.
Nada es confuso, secuencia tras secuencia transcurre la escena. Los personajes son nítidos, sus caras, sus personalidades, sus palabras están magníficamente perfiladas, como si fueran reales, como si las hubiera visto el día anterior... alguien que he cruzado en un semáforo, quizás... un niño de la guardería de al lado de casa…
El personaje estrella irrumpe en la sala. Lleva una camisa de rallas verticales de colores, pantalones sucios, pelo largo, rizo, oscuro, gafas redondas, acento italiano, ademán francés. Muy atractivo.
-         El artista de la Corte, el que hace los retratos- me dice alguien, o deduzco yo.
-         Claro, el jipi al que se consienten todas las excentricidades a cambio del servicio: el exotismo del pobre en el ambiente refinado-
El artista es un caradura que se desenvuelve como pez en el agua en la posición que le ha otorgado la buena ventura y que él vive, ingenuo, pobrecillo, como si fuese perpetua. Yo sé que no. Eres como yo. No perteneces. Caerás del árbol pero aún no lo sabes, y toda esa seguridad, por desgracia, caerá contigo. Te lo pienso sin acritud, sin odio, sin envidia. Te lo pienso y no te lo advierto porque no querrías entenderlo. Nos encontraremos fuera de palacio un día, y entonces, me lo dirás tú mismo.

De la juerga me despierta un terrible dolor de cabeza. El Oporto me deja fuera de juego durante casi todo el día de huelga general.
La noche anterior, antes de acostarme, leía este artículo genial, que se coló definitivamente en mi cama.


quarta-feira, 24 de outubro de 2012

Nunca ninguém morreu de insónia

Xs que tiveron a sorte de visitar Lisboa algunha vez na vida, probablemente coñezan a librería Bertrand, no barrio do Chiado Alto. Unha desas librerías que son monumentos que non se poden deixar de ver.
O ano pasado, estiven na librería Bertrand, e entre tooooda esa morea inmensa de libros chamoume a atención un título: "E nunca deixe de dançar". Case ó mesmo momento de agarralo, dinme conta que era un libro de autoaxuda, e decepcionada, a piques de deixalo no sitio (porque a min o que me vai é a literatura seria, faltaría máis) tiven o impulso de abrilo, e lin de casualidade, a modo de título dun capítulo, unha das mellores frases que ata entón non lera: "Nunca ninguém morreu de insónia".
Superado o trance de comprar avergonzada un libro de autoaxuda (porque a min o que me vai é a literatura seria, faltaría máis), leveino prá casa, e nestas horas eternas, fai de perfecta compañía. Sei que hai xente por aquí que, coma min, vive estas noites nas que molesta todo: os ruidos da rúa, a roupa da cama, os propios brazos e pernas, a espalda, a cabeza, os dentes!!!, nada atopa o seu acougo.
Aquí deixo uns párrafos que a min me foron (me son) especialmente útiles, e así, tan cedo, deixo feita a miña boa acción do día:
"Fui recentemente a uma reunião psiquiátrica num dos melhores restaurantes da nossa região (patrocinada, claro, por um laboratòrio farmacêutico), em que o tema era a insônia. Enquanto os meus colegas psiquiatras discutiam as suas abordagens ao problema, a ênfase foi dada exclusivamente à medicaçao que preferiam. Quando disse que normalmente direcciono a atençao do paciente para o que pode estar a causar os problemas de sono em vez de o iniciar inmediatamente em drogas viciantes, as pessoas olharam pra mim como se eu tivese sugerido um remédio do século XVII - o sangramento ou tal vez sanguessugas. Era evidente que receitar medicamentos pra pôr as pessoas a dormir era simplesmente a abordagem mais eficaz em termos de custo"
(...)
"Aqui está o paradoxo do sono: não podemos tê-lo até não ser importante para nós. Como é uma actividade voluntária , não pode ser forçada. Isso, é claro, é infinitamente irritante para aqueles que foram ensinados que tudo cede ante o trabalho duro e para quem o controlo é uma grande questão nas suas vidas. Na verdade, quanto mais tentamos dormir mais esquivo o sono se torna. Assim, a estratégia habitual dos insones -ficaren deitados na cama a olhar para o relóxio e a pensarem como irão estar cansados de manhã- garante practicamente que vão permanecer acordados"
(...)
"A importância de umas sólidas oito horas de sono por noite é um mito. Na verdade, a maioria das pessoas pode fincionar bem con muito menos, e os nossos corpos compensam o défice de sono antes de tombarmos de exaustão. Os fabricantes de medicamentos para dormir estão constantemente a avisar-nos que a insónia é um flagelo perigoso na sociedade, causa de muitos acidentes de viaçao fatais e uma praga para a productividade dos estudantes e dos trabalhadores americanos"
(...)
"Então aqui está o que digo ás pessoas: (1) a insónia não é um tema muito interessante de conversa; (2) podemos confiar no nosso corpo para garantir que dormimos o cuficiente para impedir o colapso; (3) não seremos capaces de dormir ata que o sono torne insignificante para nós. A melhor maneira de disminuir a importància do sono é não permanecer na cama acordado mais de trinta minutos de cada vez. Se não tiver adormecido nessa altura, levante-se e faça algo útil - ler, trabalhar, lavar o chão da cocinha... A pessoa, asim, apresenta ao seu corpo duas boas alternativas. dormir ou alguma actividade constructiva"
(...)
"Somos maravilhosamente feitos e os nossos corpos são miragres de regeneraçao e cura espontãnea. Tenha um pouco de confiança. Se tem dificultade de adormecer, aprenda a disfrutar da paz e da tranquilidade da madrugada, quando o telefone não toca, e ninguém está a enviar-lhe e mails. Leia aquele livro que há muito queria ler e confie no seu corpo para adormecer quando estiver suficientemente cansado. Se isso não funciona, introduza "insónia" num motor de busca do seu computador. Num abrir e fechar de olhos estará num grupo de discussão com um novo grupo de amigos".

Librería Bertrand en Lisboa, dende 1732. Pretiño de onde senta o señor Pessoa

domingo, 30 de setembro de 2012

[21 de] Outono

Outono.
Dicen que é un momento de transición. Non o creo. É un momento de realismo.
[De disfrutar das mantas gordas que ulen a casa, do roce quentiño das sábanas de franela, da quietude dos gatos enroscados que pechan e abren os ollos apaciblemente, instalados no calor das cociñas de ferro que asan castañas].
A tolemia expansiva do vrao (antes de que nos volvéramos definitivamente insanxs de tanta euforia delirante e ilusoria) xa mudou, por sorte. Calma chicha. Coma cando xs namoradxs, xa en reposo, empezan a recoñecerse como humanxs.
Chega así un día o realismo renovado. O realismo consciente do outono que da un pouco de medo, tan melancólico... e realista.
Xs galegxs sabemos que incluso o realismo pode ser máxico. O outono poida que tamén.

sexta-feira, 10 de agosto de 2012

Barcelona, vrao do 2012


Na miña familia tiñamos por costume gardar as fotos dos vraos nos seus paquetitos, ben identificadas a boli: lugar, mes, ano. Temos un caixón de “cuéntame enxebre” cheo de sobres que dicen así: O Incio, xullo de 1983; O Incio, agosto de 1984; O Incio, xullo de 1985…
Eran vacacións aquelas de xente humilde, alí no Incio, entre beso-verdad-condición, bicicletas BH, globos de auga... e xs maiores; queimadas, torneos de chave, de petanca… moito antes do boom do turismo rural ben adecuado ás esixencias sibaritas dos neo- rurales de ciudad.
Recordo con moita intensidade (o que son os recordos de infancia), o olor ás macedonias de merdas recién depositadas de vaca, de cabra, de ovella… estas últimas moi divertidas, pois eran tempos de conguitos e travesuras autocensuradas na imaxinación. Os bois, máis altos ca nós os nenxs, (qué medo daban!) parecían auténticas bestas mitolóxicas. 
Esa mistura na pituitaria é a miña infancia máis preciada, máis ben gardada no faiado da memoria.
En contadas ocasións volvín a percibir ese olor familiar, moi raramente nin sequera no rural catalán, como se a merda das bestas non ulira igual nun pobo cá noutro… a dieta mediterránea, será.

O incio. Terra Brava.

Vrao do 2012 na Barcelona cosmopolita que deixa de ser cidade de corpo presente prá vivir nostálxica dos seus Xogos Olímpicos de fai vinte! anos, de cando foi o centro do mundo nas prominentes gorxas de Freddy Mercury e Montserrat Caballé.
Vinte! anos de concesión á propiedade privada, ó canallismo arquitectónico e urbanístico e ó desenfreno guiri nas Ramblas, pero tamén de xentes novas, bares chinos e milagrosos paquis sempre abertos cando falta o sal. Still sofisticated city, though, I would say…
Qué mundos tan diferentes.
Entre os vraos na meseta do Incio e este vrao de asfalto condal non hai prácticamente nada en común excepto eu…e poida que nin tan só eso. Amargura?, non… teño os recordos moi ben gardados, e os reviso cando quero. Son só meus.
Non recordo, agora que penso, ter decidido o que ía ser de maior, pero si térmolo preguntado uns aos outrxs moitas veces. Dificilmente podería ter acertado. “Precaria, nena. Serás precaria e non terás vacacións adultas: nin viaxes en coche, nin queimadas polas noites, nin petanca, nin olor a merda máis aló da que desprende a política nos periódicos de cada día".
Quedo aquí, pois, este augusto mes de agosto. Eu, que prometera a todo o mundo e sobre todo a min, unha visita longa e pausada. Quedo cós meus amigxs: Virginia Woolf e Mario Vargas Llosa (qué?!, ese fulano facha?!; ai, si, ese facha, grandísimo escritor!), e a filmoteca de Catalunya, a guinda do pastel da Rúa Sant Pau, aberta como excepción este ano neste mes, prá o meu gozo, para facerme un gran favor… (gústame fantasear e pensar que é por min e para min sola…)
Xa toleo. Quén me dera un pouco de orballo. Nesta calor que nin Dios, o pensamento morriñento se derrite e desparrama no caderno… quén puidera durmir esta noite… e soñar con Ferrería do Incio.


sexta-feira, 8 de junho de 2012

Vuelta de tuerca. No #somosasi



Se supone que hoy hay que dale la vuelta a la ropa y salir así a la calle para… no me queda claro… ¿alguien lo sabe?
Me pregunto si un ramalazo de surrealismo excéntrico de este calibre, aunque hubiera sido acogido con éxito por los ciudadanos y ciudadanas de este país, que no es el caso, hubiera convencido a nuestr@s polític@s, de los beneficios sociales de invertir en sanidad, en educación (también en educación para el desarrollo), en políticas de igualdad, en desarrollo local, cooperación internacional, etcétera…
Me temo que Inditex, Endesa, Santander, Telefónica… tienen mucho que ver que con haber puesto la prima de riesgo por las nubes. Ahí están,
http://www.somosasi.org/la_campania.php exhibiéndose a gusto en la página web de una campaña de unas ONG’s que supuestamente quieren darle la vuelta a las cosas y cambiar el mundo… y los inversores extranjeros, como es lógico, estarán temblando ante la posibilidad de que nos hayamos vuelto definitivamente locos, o que estas firmas estén siendo gestionadas por verdaderos hippies…
Si para algo ha servido esta campaña es, además de crear cierto ruido entre las ONG’s y asociaciones que llevamos denunciando durante años las malas prácticas de estas mismas empresas que patrocinan esta campaña de captación de soci@s, ha servido también para confirmar que los malabarismos estéticos y dialécticos, vacíos de contenido y de discurso no cuelan.
Puede que estemos entumecid@s por la violencia de esta crisis o puede que estemos faltos de optimismo y seguridad en medio de tantas incertidumbres, y puede incluso que necesitemos anestesiarnos con la Eurocopa para levantar el ánimo[1]… pero oigan, no estamos locos. Y por mucha crisis que haya en el sector, y por muchos dramas internos que estemos viviendo muchas ONG’s, no debemos llegar a este punto de incongruencia, y algunas no podemos dejar de responder a este tipo de prácticas desesperadas, en las que todo vale por un puñado de dólares.  
Hagamos denuncia y propongamos alternativas. Lavar los trapos sucios de las multinacionales no es nuestro papel. No confundamos a la opinión pública, y sobre todo, que no nos confundan a unas y a otras. Porque muchas, por cuestión de principios, no somos así.




[1] Pensemos en las primas que se llevarán los jugadores a Austria si la ganan. Aquí os dejo un link muy ilustrativo del Polonia:  http://www.youtube.com/watch?v=3PsRlRK0uRU

sábado, 26 de maio de 2012

Gestión del cuerpo femenino como condición del bienestar del cuerpo social y sus consecuencias políticas para las mujeres.


Para entender la disciplina ejercida en los cuerpos de las mujeres, habremos de remontarnos a los discursos relacionados con la psiquiatría y la higiene generados en el S XVIII y desarrollados en el XIX, e incluso hasta bien entrado el siglo XX.
En la serie de ponencias de Michel Foucault recopiladas durante el curso lectivo 1974-1975 en el Collège de France[1], el autor explica el proceso de la institucionalización de la psiquiatría como una rama especializada de la higiene pública y, por tanto, su dominio particular sobre la protección social. En este sentido, Foucault expone que “antes de ser una especialidad de la medicina, la psiquiatría se institucionalizó como dominio particular de la protección social contra todos los peligros que pueden venir de la sociedad debido a la enfermedad o a todo lo que se puede asimilar directa o indirectamente a esta. La psiquiatría se institucionalizó como precaución social, como higiene del cuerpo social en su totalidad[2].
Foucault analiza cómo, para poder acercarse al discurso de saber- poder de la medicina, la psiquiatría hubo de patologizar tanto la locura como los desórdenes. Esta doble codificación del comportamiento individual y social, tiene un efecto especialmente perverso en todo lo relacionado con la gestión del cuerpo de las mujeres, con la conceptualización de la feminidad así como con la incipiente lucha feminista.
Tal y como expone Antonio Diéguez, tanto la psiquiatría como el higienismo actúan como disciplinas y agentes de poder a la hora de “conjurar los peligros sociales. Entre estos, el discurso emancipador de las mujeres, que ya había comenzado a ser identificado como una de las amenazas potenciales más claras al orden establecido”[3]
Un claro ejemplo de esta voluntad de deslegitimar “científicamente” este discurso político feminista, y a la vez, de domesticar el cuerpo femenino individual y socialmente lo encontramos en la contra-propaganda de la lucha por el sufragismo en la Inglaterra de principios del siglo XX.: “Los antisufragistas alegaron que el sufragio femenino comportaría la masculinización de las mujeres, el abandono de sus deberes sociales y familiares y el libertinaje sexual. En su repertorio de argumentos, figuraba, además, la supuesta naturaleza histérica de las mujeres como impedimento para participar en la política nacional [4]
Otro ejemplo de domesticación social e individual del cuerpo femenino lo encontramos en la medicina social en la España de principios del S XX, y en su  preocupación por el alcoholismo y sus programas de propaganda antialcohólica. En el estudio de caso de Ricardo Campos Marín. Psiquiatría y género. El naciente discurso médico-psiquiátrico en España y el estatuto social de la mujer[5], se evidencia la vinculación entre la peligrosidad de una patología social como el alcoholismo, y la instrumentalización de las mujeres por parte del discurso médico en tanto que portadoras de “higiene moral” en el marco familiar y por extensión, social. El dispositivo de la propaganda antialcohólica proponía a las mujeres como agentes para la creación de familias estables y salvaguardas de la virtud y moral burguesas con el fin de “generar individuos sanos, obedientes y por tanto, no peligrosos” ejerciendo un papel fundamental como madre y esposa a la hora de “transmitir los principios básicos de higiene que la medicina consideraba oportunos”.[6]
Puesto que la solución al alcoholismo era situada en el terreno de la moral, el hogar era el lugar educativo en el que las mujeres estaban obligadas a ejercer de buenas madres y esposas, transmitiendo los valores correctos mediante el instrumento de la educación. Así, se responsabiliza a la mujer del buen o mal funcionamiento de su hogar (…) Como alternativa a esa mujer incapaz, que conduce a los suyos a buscar el bienestar en el alcohol, se propone modelar un tipo de fémina que sea «activa sin ser esclava, económica sin ser tacaña, pulcra sin ser coqueta, ordenada sin ser meticulosa, risueña sin llegar a zalamera»[7]

Por otro lado, la gestión médica de la sexualidad de las mujeres como gestión de sus desórdenes psicopatológicos y del consecuente desorden social, es una de las prácticas comunes en la historia de la medicina. Desde el s XVIII se establece un vínculo entre la sexualidad de las mujeres y su salud física y mental, teoría que tiene su apogeo hasta bien entrado el S.XX. A través de una taxonomía de síntomas catalogados como “dolencias femeninas” (desórdenes pélvicos, jaquecas, lloros, irritación, depresión, etcétera), se ponen de relieve las “enfermedades específicas de las mujeres”, tales como la Clorosis, la Neurastenia o la Histeria[8].  A partir de entonces, la sexualidad, o más bien, el orgasmo femenino (en lenguaje médico entonces llamado “el paroxismo”, reacción a la manipulación de los genitales femeninos que, al parecer, no tenía relación alguna con el placer sexual, según el discurso de autoridad), se medicaliza y normaliza en las consultas y en los hospitales como La Salpêtrière[9], estableciéndose a la vez como un objeto de estudio que alimentará posteriormente a la teoría del psicoanálisis, y como práctica lucrativa[10]
Michel Foucault, haciendo una lectura en términos de poder y de control social, señala que la histerización del cuerpo de las mujeres “es un proceso triple en el que el cuerpo femenino era analizado, calificado y descalificado como completamente saturado de sexualidad; donde se lo integraba en la esfera de la práctica médica por una patología intrínseca a él; donde, finalmente, se lo colocaba en comunicación orgánica con el cuerpo social (cuya fecundidad regulada se suponía que aseguraba, el espacio familiar (del que tenía que ser un elemento funcional y sustancia), y la vida de los niños ( que producía y debía garantizar, en virtud de una responsabilidad biológica-moral que duraba todo el período de la educación de los niños): la Madre, con su imagen negativa de “mujer nerviosa”, constituía la forma más visible de esa histerización”[11].
Así, el “ángel del hogar”, creció turbado en el seno del núcleo familiar productivo y reproductivo, convencido por la retórica victoriana de sus patologías, intrínsecas e inherentes a su condición femenina.

De ese modo, a mediados del Siglo XX, las mujeres en EEUU difícilmente podían describir ese “malestar que no tiene nombre” y que Betty Friedan denominó “Mística de la Feminidad”. “El malestar ha permanecido enterrado, acallado, en las mentes de las mujeres estadounidenses, durante muchos años. Era una inquietud extraña, una sensación de insatisfacción, un anhelo que las mujeres padecían mediado el S XX en EEUU (…) los expertos les explicaban cómo cazar y conservar a un hombre, cómo amamantar a sus criaturas y enseñarles a asearse (…) cómo evitar que sus esposos murieran jóvenes y que sus hijos se convirtieran en delincuentes[12]
He aquí otra vez el higienismo renovado, en esta nueva versión, con el objetivo intacto de mantener la salud del cuerpo social, no sólo a través del cuerpo y del control del cuerpo de las mujeres a través de discursos de saber-poder sino también a través de la medicalización de sus estados de ánimo: “Algunos médicos le aconsejaron a sus pacientes que salieran de casa durante todo un día (…) Otros les prescribieron tranquilizantes. Muchas amas de casa de los barrios residenciales ingería tranquilizantes como quien toma caramelos para la tos[13]. De ese modo, a base de recetas, las mujeres se mantenían en el seno familiar como un ejército de cuidado, generando a su vez, toda una nueva serie de necesidades de consumo. Según Friedan, en sus investigaciones que realizó entrevistando a mujeres estadounidenses de clase media en los años cincuenta, adquirió conciencia “de la existencia de un corpus creciente de pruebas, gran parte del cual no se ha dado a conocer públicamente porque no encaja con los modos de pensamiento actuales sobre las mujeres: son pruebas que ponen en tela de juicio el estándar de normalidad femenina, de adaptación femenina, de la realización femenina y de la madurez femenina al que la mayoría de mujeres tratan de amoldarse[14]
Durante los años cincuenta, el malestar se interpretó de manera individualizada, tratando los síntomas, pero no las causas, eludiendo así la patología social que acompaña a este malestar y las posibles soluciones políticas del mismo.

En la actualidad, la medicalización del aparato reproductivo social (sexualidad, partos, lactancias, cuidados etcétera) ha sido una constante que ha llevado a un sector de la sociedad y del cuerpo médico a preguntarse si acaso dicha medicalización no aleja a las mujeres de sus cuerpos, no las desempodera, no las desposee de la gestión de la vida y de las decisiones en torno a ella.
Sin embargo, este es un discurso de doble filo: Tal y como alertaba Friedan, había en los EEUU en los años 50, una “reciente tendencia a volver al parto natural y a la lactancia materna[15], asociado al citado discurso de normalización de la feminidad y naturalización las funciones de las mujeres en tanto que hembras mamíferas. Dicho discurso ha tomado protagonismo hoy en día, en cierto modo, disfrazando de progresismo, en forma de llamamientos a las maternidades maximalistas, bajo las que recae todo el peso de la responsabilidad y culpabilidad del bienestar o malestar de las criaturas no sólo en un momento presente del cuidado, sino también en su desarrollo futuro, y por consiguiente, otra vez son las mujeres las responsables del sano funcionamiento del cuerpo social.
Según Celia Amorós, “las conquistas del movimiento feminista no escapan al principio de la acción y reacción” .Celia Amorós contextualiza el apogeo de este discurso de la llamada maternidad maximalista en “la incidencia de las crisis”, que “favorece ‘la mística de la feminidad’ que tan lúcidamente analizó en su día Betty Friedan. En su nueva versión, la ‘directora gerente de su hogar’ podría convertirse en la madre abnegada que renuncia a cualquier proyecto personal en aras del bienestar de sus hijos en paladines de los cuales se erigen los voceros de la Liga de la Leche.”[16] Duras palabras que, por otro lado, merecen al menos ser consideradas bajo una escucha atenta.

Así mismo, y desde el punto de vista de las investigaciones y las prácticas médicas más contemporáneas en lo que se refiere a la reproducción, Verena Stolke, en su artículo “El sexo de la biotecnología”,[17] disecciona el sentido de la investigación genética y su aplicación en las políticas de reproducción asistida desde el punto de vista del poder.
Stolke se enfrenta al imaginario de las bondades de la biotecnología en tanto que tecnología aplicada a la reproducción, sosteniendo que, en un ámbito patriarcal-liberal, cualquier tipo de tecnología es un poder al servicio de los intereses masculinos.

Por una parte, desde el lado del control directo de los cuerpos, Stolke asevera que “Las nuevas tecnologías conceptivas han trastocado las tradicionales nociones de la filiación. El más reciente giro biotecnológico acentúa las diferencias de sexo. Las nuevas técnicas reproductivas convierten los úteros y los ovocitos en el bien más preciado y precioso y los disocian a las personas a las que pertenecen”.
Por otro lado, Stolke afirma que se refuerza el discurso que naturaliza la maternidad como destino inherente de las mujeres: “Aunque las nuevas tecnologías conceptivas y contraceptivas han brindado a las mujeres al menos en los países ricos mayor libertad para decidir sobre nuestros cuerpos, al mismo tiempo refuerzan la maternidad como destino y responsabilidad de las mujeres (…) En un sentido más amplio, la técnicas reproductivas se han convertido en instrumentos tecnológicos al servicio de intereses que con frecuencia no son los nuestros”.

Como conclusión, parece que la voluntad de patologizar el cuerpo femenino, en último término, patologiza su expresión política: el feminismo. Cuando lo femenino se interpreta por las mujeres en clave política, dando lugar así a una serie de reclamaciones que amenazan el statu quo, activa los dispositivos de poder-saber que ejercen el control de los cuerpos femeninos, manteniendo un higiénico y tranquilo inmovilismo.
La gestión y dominación del cuerpo femenino irá en consonancia con intereses políticos y económicos de los que los discursos de saber-poder, tales como la medicina, se hacen eco. El principio de acción- reacción al que hace referencia Celia Amorós, no obedece al capricho, sino a intereses concretos de la clase política y económica. Por lo tanto sí parece haber una explicación sistémica a esta dominación, y es ésta la que nos permite deconstruir, con conciencia política, estos discursos que penetran a nivel micro, tanto lo social como lo psicológico, y posibilitar así el feminismo en su versión teórica y pragmática. Como condición para la transformación social.  


[1] FOUCAULT, Michel. Los anormales. Cursos del collage de France (1974-1975). Akal, Madrid. 1999
[2] Ibíd. (p111).
[3] DIEGUEZ Gómez, Antonio. Psiquiatría y género. El naciente discurso médico-psiquiátrico en España y el estatuto social de la mujer. Revista Asociación Española de Neuropsiquatría. 1999. Vol.XIX nº72. P. (76) 640.
[4] NASH, Mery. Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos. Alianza ensayo. Madrid. 2004.  P114
[5] CAMPOS Marín, Ricardo. La instrumentalización de la mujer por la medicina social en España a principio de siglo: su papel en la lucha antialcohólica. Aclepio II, 1990.
[6] Ibíd. P162
[7] Ibíd. P167
[8] Para una aproximación histórica detallada sobre las enfermedades citadas, ver el  capítulo “la sexualidad femenina como patología histérica”, en MAINES P. Rachel. La tecnología del orgasmo. La histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres. Ed. Milrazones. Barcelona 2010.. Pp 41-70
[9]  MAINES P. Rachel. La tecnología del orgasmo. La histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres. Ed. Milrazones. Barcelona 2010.. P 60.
[10] A este respecto, Maine señala: “Russell Thacher Trall, otro estadounidense asociado con la escuela hidropática escribía en 1873 que las mujeres, histéricas incluidas, eran una bendición económica para la profesión médica, asegurando que más de las tres cuartas partes de la práctica de la profesión está dedicada al tratamiento de enfermedades específicas de las mujeres y que de los 200 millones de dólares que se calculaban como ingreso anual de todos los médicos de EEUU, ‘tres cuartos (150 millones), nuestros médicos deben agradecérselo a las frágiles mujeres’. Ibíd., p 58
[11]FOUCAULT. Michel. Historia de la sexualidad. Vol 1.  Ed. SXXI  Madrid  2009 p. 110
[12] FRIEDAN Betty. La mística de la feminidad. Ed Cátedra. Feminismos. Madrid, 2009 p 50.
[13] Ibíd., p 67
[14] Ibíd. p 68
[15] Ibíd.

sábado, 19 de maio de 2012

#occupymordor. De la estética a la épica.

Ahí estamos, esta vez sí, con un movimiento madurado, campando en la Bastilla.
clonc, clonc, clonc, clonc....
Con retórica renovada: "torres más altas han caído"
Con sentido estratégico: caceloralda permanente hasta el martes, día del consejo de administración de Caixa Banc y... to be continued.
Con voluntad de comunicar y escuchar mucho trabajo hecho ya durante años: Campaña Ropa Limpia, Campaña Aigua és Vida, Plataforma de afectad@s por la Hipoteca, etcétera, en el juicio popular a La Caixa.
Señalando con el dedo claramente a culpables con nombre y apellidos, y pidiendo responsabilidades concretas: Isidre Fainé, en boca de tod@s; una celebrity camino de desbancar al mediático Kony.
Conceptualizando nuevas demandas: #nurembergfinanciero
De la indignación a la acción, de la estética a la épica Tolkien, con toda la literatura twittera que lo acompaña.
En la cacerolada me decía un camarada: seremos como las madres de la Plaza de Mayo.
Qué gran referente!
Que lo diga David Harvey nos da igual, porque nsotr@s ya lo hemos dicho, cacerola en mano: Urban revolution is coming !!


Clonc, clonc, clonc...

segunda-feira, 7 de maio de 2012

El arte de las performances

En el séptimo arte, no hay nada más pobre que un director/a que se copia a sí mismo. Las segundas partes, quitando honrosas y espectaculares excepciones nunca fueron buenas. Suelen quedarse en una expectativa, en una promesa, y a lo peor, en cruel gatillazo.
La repetición es pura nostalgia de un pasado sedimentado.
Que vuelva la primavera, que salgamos de lo más crudo del crudo invierno, que tengamos el valor de no repetirnos, que tengamos el ingenio y la inventiva del año pasado... pero no el mismo!
Tiene que ser 15?!, y M?!


Imposible elegir entre la primera y la segunda. Tres ya son multitud.

domingo, 6 de maio de 2012

Oh my man I love him so...


Se diría que es una canción de amor, si no fuera por su expresión trágica.
Para aquell@s que en un primer momento no atiendan a la letra y la vean en este vídeo gimiendo su obstinación, pensarán con razón, que hay algo muy triste en lo que está diciendo. Y sin embargo, sí, in extenso, es una canción de amor: agria, desgarradora, contradictoria... durísima, en la que la resignación es lo personal, y lo político es otra cosa. 
Una lucha tapa a otras. El jazz no supo liberar a sus grandísimos talentos. Y sin embargo, ella sí que cantó por todos aquel southern trees bear strange fruit
¿Y quién cantó por ella, sino ella?
Nunca una señal de socorro había sido tan bellamente disimulada, tan exquisitamente matizada, con una canción ambigua en la que no se sabe si quiere o concede, si ama o se desgarra, en la que ella misma, a sabiendas, se desdeña sin esperar nada del jazz que, un poco frívolo, desoye sus quejidos y enguye a sus propios hijos heroinómanos.
Ella lo deja a quien quiera entender... pero hay que ver cómo lo explica!. La letra va por un lado, su rostro por otro, con esa mirada tan radicalmente honesta con la que nos muestra aquello que hay verdaderamente entre estrofa y estrofa.
Su voz, su expresión, ponen la carne de gallina cuando con esa apariencia tan triste, tan vulnerable e ingenua, nos cuenta lo que es su suerte, qué suerte!, "me costó un montón, pero tengo un hombre y es mi hombre...". Una historia tan antigua como la civilización, pero que ella consigue que sea única.
Al parecer solía decir: "Yo viví esta canción". Es obvio que en esta canción, bajo una cruda paradoja, está viviendo a su hombre, y a su suerte. 

Señoras y señores, la absolutamente genial: Billie Holiday.



My man.

It cost me a lot,
But there’s one thing that I’ve got,
It’s my man,
It’s my man.

Cold or wet,
Tired, you bet,
All of this I’ll soon forget,
With my man.

He’s not much on looks,
He’s no hero out of books,
But I love him,
Yes, I love him.

Two or three girls,
Has he,
That he likes as well as me,
But I love him.

I don’t know why I shoud,
He isn’t true,
He beats me, too,
What can I do?

Oh my man I love him so,
He’ll never know,
All my life is just despair,
But I don’t care,
When he takes me in his arms,
The world is bright,
All right.

What’s the difference if I say,
I’ll go away,
When I know I’ll come back on,
My knees someday.

For whatever my man is,
I’m his forevermore.
 

domingo, 15 de abril de 2012

El Rey está desnudo. Segunda parte.

El Rey se ha desnudado de lo lindo esta semana. O más bien, se ha desnudado la monarquía, despojada definitivamente de ese áurea protectora de gente sencilla y campechana [campechana: dícese del que se trabaja el campo de Botswana]; esa buena gente tan maja y próxima que se acerca a saludar, que vive en un palacio y que no tiene necesidad de trabajar para comer.

Se dice que la pobre María Antonieta nunca había pronunciado aquello de “si no tienen pan, que coman pasteles”, pero eso no importó. La descarada ostentación de la Corte, frente a la enorme escasez de pan en la Francia del S. XVIII, les hizo perder a ella y a su marido, literalmente, la cabeza.

Yo no creo que haya que cortar la cabeza al pobre Juáncar, mucho menos a la sufrida Sofi para cargarnos la monarquía. Sin embargo, no parece tan descabellado de repente sostener que la monarquía es un absurdo, vistas las cosas absurdas que hacen una y otra vez, como abatir inofensivos bicharracos o dispararse a sus reales pies. Y estoy siendo benévola, ya lo sé.
No se trata de inquina personal, sino del absurdo de vivir subyugada [subyugada: dícese de la que es súbdita y no quiere serlo] a una institución cuya única razón de ser es el disparatado capricho de la divinidad, un día, el séptimo, por supuesto, en el que se fumó algo de su creación. Seguro.

Cuidado, familia, que cuando nos despertamos y os sorprendemos un buen día comportándoos de manera absurda, como hacemos los mortales, empezamos a preguntarnos porqué rayos no habréis de padecer vosotros también las mismas calamidades que el resto, dado que al parecer, ya somos todos absurdamente iguales.

Así, los niños cantaban aquel primer año republicano: un elefante se balanceaba sobre el Palacio de Zarzueeeeeeela…

quinta-feira, 29 de março de 2012

Aquí algo falla

 
Se levantó tarde porque no tiene trabajo, y además hoy es huelga general.
Se asomó al balcón para ver el ambiente en la calle, y él le enseñó las fotos de las barricadas que había sacado durante su paseo mañanero. Mientras miraba las fotos, sintiéndose un poco culpable por su pereza, vio en profundidad de campo, nítidamente en segundo plano, las flores resecas en los tiestos. Necesitan beber, pensó.
Fue a la cocina y cogió agua para echársela a las del balcón y, aprovechando, a las de la galería. En la galería vio una montaña de ropa por lavar. La cogió y la metió en la lavadora, pero esperó a darle el botón para no interrumpir su inminente ducha. Acto seguido decidió hacerse un buen desayuno. La pila de la cocina era impracticable. Imposible hacerse un té en esas condiciones. Agarró el estropajo y abrió el grifo.
En ese momento, quizás porque su cerebro empezaba ya a despertarse, tuvo dos revelaciones: qué absolutamente imprescindible es el agua en nuestra vida y... cómo es posible!, sólo antes de desayunar y sólo por el mero hecho de haberse levantado ya se había cargado la huelga general. Tres veces.
La segunda le cabreó enormemente. Está grabado a fuego en su socialización, en la de ellas.
Aquí algo falla, pensó. Y decidió ir a quejarse a su blog.

sexta-feira, 16 de março de 2012

El Rey está desnudo. De la Plaza a la Bastilla

Es bueno releer siempre a lxs clásicos.
La que estudia feminismo tiene la suerte de hacerlo constantemente, gracias a autoras que los referencian una y otra vez.
Hoy fue a través de un texto de Verena Stolke que, citando a de Beauvoir, me hizo pensar en su segundo sexo y en la increíble revolución que supuso esa obra, no sólo para entender el feminismo sino también la circunstancia de la subalternidad, la inmanencia, la trascendencia… conceptos que se extrapolan más allá de la construcción social del género.
Somos el otro a quien se refería de Beauvoir cuando hablaba de las mujeres. Y lo digo en masculino, el  otro, parafraseando a la autora, y con la intención de extraer el concepto de la exclusividad del debate sexo/género y llevarlo a un terreno político aún más abstracto si cabe. Con el otro, me refiero a vosotrxs, que leéis este post y a la que escribe. Aquellxs que piensan que los políticos son marionetas de un sistema que no nos deja levantar la cabeza, que la reforma laboral hará de todxs unxs esclavxs, que el gobierno del PP nos está avasallando antes de los 100 primeros días y que irá a peor, que somos la primera generación que vivirá con menos que sus padres, que no tendremos pensiones, que no tendremos bajas médicas ni de maternidad ni de paternidad, que cobraremos salarios misérrimos… Hablo de todxs aquellxs que manejan, atrapados en sus redes, el discurso de la subalternidad y lo que es peor, que  se construyen una y otra vez en ese discurso subalterno.
 “El hombre se concibe sin la mujer. Ella no se concibe sin el hombre”, dice de Beauvoir “...y ella [vamos a jugar], la izquierda, no es más que lo que la derecha decida. La izquierda se determina y se diferencia respecto a la derecha y no a la inversa. Ella [la izquierda] es lo inesencial".
En política, hoy en día, el otro, el “segundo sexo” al que se refería Simone de Beauvoir somos nosotrxs; esa izquierda inmanente que se construye en función de, en relación a.

Y sin embargo, es de miopía histórica resignarse a una situación estática sólo por la ineptitud de la política institucional,  el no poder concebir un cambio de paradigma, un necesario salto del binomio.
En nuestra casa, lo más parecido que hemos tenido últimamente a una izquierda, a lo trascendente, ha sido el 15M, pero sin embargo, creo que no ha hecho más que rozarla con la punta de los dedos.

El 15M tal y como lo vivimos en tanto que movimiento, reconozcámoslo, lleva todo el invierno alimentándose de su mito y viviendo de una potencia paralizante que se tiene demasiado respeto a sí misma, por lo que pronostico (y espero) que no volverá a ser acto. En esto no ha sido nada original y no se diferencia de otros movimientos que se se suicidan de tanto reverenciarse y que cuanto más se resisten a desaparecer, antes se evaporan de los mapas.

La pregunta es estonces: ¿cuánto "dura" la performatividad que practicaba en las plazas?  Ya que el 15M ya es relato, cuanto antes gritemos al unísono “¡¡¡El Rey está desnudo!!!”, mucho mejor.
Sol. Marzo del 2012

Hemos caido ya en la melancolía. No hay nada que me provoque más antipatía, por inmovilistas, que lxs nostálgicxs de Sol y sus caducas aventuras, incluidos esos personajillos inevitables que huían de la notoriedad y que, ya acabado el ciclo, como no podía ser de otra manera, fueron exibidos en la portada del Times, convertidos en las Venus Hotentotes de la sociedad del espectáculo. ¿Cómo podemos ser tan arrogantes o ingenuxs para pensar que podíamos manejar la maquinaria comunicativa que todo lo folkloriza?. Han quedado como animales disecados para la posteridad.
Como siempre, la bendita red, y sólo mientras se hizo política, nos libró de parecer monos de zoológico. Amén.

Estoy convencida de una cosa y es que ese Eros de las plazas se manifestará otra vez  ( lo espero... lo espero demasiado!!) con renovado ímpetu, aunque, mejor aún!, de otra forma.
Dicen los científicos sociales que esto es así. ¿Habremos de esperar el permiso de otro relato? 

A nosotrxs corresponde, entonces, olvidar el 15 M, derrotarlo antes de tener que caducarlo y “performarnos” una y otra vez. Lo erótico, el deseo por sí solo no produce más que ilusiones platónicas. Necesitamos algo más, necesitamos crear lo alternativo a lo subalterno, nos corresponde dejar de referenciar ese discurso y (re)producir-nos como (lxs) referentes, penetrando la realidad, posibilitando el cambio, saltando del margen al centro.
¿Y eso implica que hemos de tener que inventarlo todo desde los inicios, como si nunca antes hubiera habido jamás política?. ¿De qué reminiscencia patriarcal (...¿o no sabemos acaso que el patriarcado opera de la manera más sutil?) procede el hecho aparentemente incuestionable de que se haya de romper siempre el himen?
Lo que quizás no sospechamos todavía es que a pesar de la imposibilidad (qué alivio!) de desvirgar la historia, nada nunca podrá ser igual a lo anterior. Que todo lo que hagamos será nuevo, propio, diferente, performativo y, porqué no?, trascendente… siempre y cuando logremos por fin, intervenir la realidad y asaltar La Bastilla.

En un ejercicio de necesaria honestidad deberíamos reconocer que el individuo fragmentado postmoderno ha cambiado la conciencia de clase por la conciencia de su mismidad. Ésta es innegociable (ay,sí!) inquebrantable, concebida como un todo, autorreferencial, por lo que se convierte en un insoportable ego que se escuda en el discurso de la horizontalidad para rechazar los liderazgos cuya naturaleza podría ser tan diversa, tan democrática, tan horizontal (como el propio movimiento) y además, canalizadora, efectiva, productiva. Y sin embargo, el individuo postmoderno no lo consiente por entender, equivocadamente, que el liderazgo supone un riesgo (antiguo, moderno y por tanto innecesario) a su propia existencia política. Muy comprensible el miedo... pero muy pobre interpretación.
El 15 M está marcado por el patriarcado. El feminismo, el movimiento más autocrítico, revisado, cuestionado y por tanto más desacomplejado de la historia, ha experimentado desde siempre el reconocimiento, la búsqueda de sus referentes y sus fuentes, la autoritas, los liderazgos entrañables... algo que el 15M no ha explorado suficientemente.
Este 15 M produce cierta antipatía por ser un másculo obsesionado con la desfloración del territorio epistemológico y de la praxis. La necesidad de desvirgarlo todo en todo momento, de escribir para siempre en el supuesto lienzo en blanco ha sido su peor patología, que lo habrá llevado, felizmente y por fin, a la reencarnación.

quinta-feira, 1 de março de 2012

¿Que no nos representan?... depende de lo que votes.

Diría que era octubre del 2010 cuando la diputada en las Cortes Valencianas, Mónica Oltra, realizaba una contundente intervención, haciendo sonar el río de la malversación, fraude y falsedad documental en el seno de la Conselleria de Integració i Cooperació de la Comunitad Valenciana.
Costó dos años de desenlaces para que la justicia detuviera por fin a algunos de los responsables de aquellos teje-manejes, entre ellos, el director general de dicha Consellería, Josep María Felip, además de algunos responsables de fundaciones satélite (a la Consellería y a su persona) a las que habían sido derivadas cantidades desproporcionadas de recursos de cooperación en conceptos tales como evaluaciones o consultorías, desembocando en empresas propiedad de los patronos de dichas fundaciones[1].
En octubre del 2010 Mónica Oltra, inquisitiva, afilada y certera, tal y como nos merecemos la ciudadanía, interrogaba así al entonces Conseller de Cooperació i Ciutadania, Rafael  Blasco, ahora (¡y todavía!) portavoz del Grupo Popular en el Parlamento de la Comunitat:



El argumento moral, al igual que los Parlamentos, no está de moda y frecuentemente se confunde con su versión cándida, buenista y fastidiosamente amonestadora, que es la moralina (no confundir tampoco con la moraleja que es precisamente lo que está padeciendo ahora el Señor Felip & Co.)
El discurso moral (o la reprimenda monumental) de Mónica Oltra que resuena en ese parlamento está a la altura de la gravedad de su denuncia. La exposición de sus argumentos avala su enfado y su reclamo ético y moral. Pocas veces se escucha en estos cónclaves hablar de principios morales y éticos que atañen a la política y a l@s polític@s de manera tan coherente y fundamentada. Lo dice una aficionada al Canal Parlamento que profesa una rara adicción a los debates sobre el estado de la nación en los que sólo se oyen mediocres justificaciones y autocomplacencias.
Quizás es en las sesiones ordinarias (menos espectaculares, eso sí y menos populares en todos los sentidos - sólo hay que ver los escaños vacíos de much@s de los representantes que convierten las sesiones de control en una suerte de paisajes arrasados de guerra) en donde realmente se ejerce la representación y cierta forma de democracia.
Seré una sentimental, pero personalmente me emociona que una diputada defienda con fervor el valor ético de la cooperación frente a la gestión corrupta de una indecorosa alta administración. Porque no hay que irse tan lejos para tropezarse con los Mobutus y los Mugabes coterráneos, cuyo descaro y ostentación en lo que concierne al lucro ilícito roza el surrealismo. Si miramos en nuestros periódicos y en nuestras administraciones, los encontraremos fácilmente, bien acomodados en el seno de nuestra monarquía bananera.
Ya se sabe; cosa del subdesarrollo...
Quizás por eso, necesitemos la ciudadanía much@s diputad@s como Mónica Oltra, y no sacar ojo de ninungun@ de ell@s. Esa, además de las broncas en la calle, también es nuestra responsabilidad.


sábado, 18 de fevereiro de 2012

19F

Mañana iré a la mani con zapatos cómodos
                     con miedo a que pase algo
                     con miedo a que no pase nada.

segunda-feira, 13 de fevereiro de 2012

Una bolsita de majaderías feministas para llevar, por favor

Además de esperpentos desaliñados, imponentes lagartas o ex-lolitas redimidas - la caricatura nunca permite el matiz ni el término medio-  somos majaderas, las feministas. Obstinadas, tercas, obsesivas... por pasearnos insolentes fuera del armario como Perica por su espacio público, haciendo clamorosa ostentación de ello.

Desde que salí del armario y me confesé abiertamente feminista - no esperen a continuación apresuradas justificaciones a modo de disculpa - me he dado cuenta en diversos foros públicos y conversaciones privadas que la mera mención al concepto provoca perceptibles alteraciones fisionómicas. A veces, es sólo un discreto levantamiento de ceja que compone una mirada de tal incredulidad que por sí sola puede desacreditar años de estudio, reflexión y experiencia (feminista y de otras clases). Esa mirada que nos han dedicado a tod@s al menos una vez en la vida y que nos ha dejado especialmente hundid@s, desorientad@s, desarmad@s y a completa merced de quien sea que fuera propiedad la maldita ceja encrestada. En otras ocasiones, en contextos desenfadados y de confianza mutua, dicho término levanta desde risas nerviosas a cabezas despistadas - ávidas éstas, "por fin!", de una conversación polémica-; o voltea espaldas y arruga ceños - profundamente ofendidos, estos últimos- ... y cuando el/la interlocutor/a es alguien con una labrada educación y consecuente corrección política, se aprecian entonces rostros inflexibles, mirada fija, labios apretados, cejas firmes... - "que no se escape, ¡ni por un traidor suspiro!, ninguno de mis prejuicios; esos que guardo como oro en paño y que sólo yo sé que son, a priori, total y absolutamente ciertos".
 Es obvio que el recelo se impone a la convergencia, a la empatía o a la curiosidad, aunque para ser justas, estas últimas, por suerte, también tienen su lugar de vez en cuando. 

El feminismo está colmado de misterios: ¿Qué razones llevan a una persona a declararse feminista?, y lo que es peor, ¿qué razones llevan a esta persona a importunar al resto declarando dicha condición?, y ¿de qué manera han sido lavados esos preciosos cerebros, tan útiles por otra parte para nuestra [¿de quién?] sociedad, si no se hubieran enganchado en esa causa egoísta que pretende liberar a un único sexo - ¡qué ambición, qué egocentrismo!- de una supuesta opresión universal... "que tod@s sabemos que es la mayor esquizofrenia declarada de todos los tiempos o el mayor engaño del perverso capitalismo para distraernos del correcto camino a la Verdadera Revolución (...comunista, socialista, nacionalista, indigenista, científica, verde, tecnológica...)? 

Puedo decir con certeza que hacerme feminista ha sido lo más duro e incómodo que he hecho en mi vida. Alguna vez, confieso, incluso me he arrepentido de haberme puesto para siempre esas malditas gafas que queman los ojos e incendian todo por dentro. Quien elige vivir en la incomodidad continua, que no espere, sin embargo, ninguna recompensa en esta vida, ni en la otra... todo el mundo sabe lo mal vistas que están las feministas en aquellos dominios; no esperemos, pues, que San Pedro, gentilmente, nos abra la puerta.

Recuerdo una infancia incómoda al no querer [-¡"Eloísa tú no quieres"!- me repetía la vocecilla] querer ser una princesa. Había algo tan vergonzoso como atrayente en ellas. No querer querer ser una princesa es más difícil que dejar el chupete o quitarse los pañales, os lo aseguro. Era una lucha en cada carnaval entre un anhelo secreto y un trabajado desdén hacia el tul rosa. Como consecuencia, de niña había prestado mi cuerpo al novio de la novia, a la gitana, al Pitufo filósofo, a Papá Pitufo al Papageno de La Flauta Mágica y probablemente a algún otro bufón del que ya ni me acuerdo. A riego de mi futura autoestima y sin protestar, regalaba mi imagen a algo más original que una princesa ñoña, para el gozo de mis adultos, todos ellos inclinados al progresismo y la farándula.
Así, comparsa tras comparsa, aprendí a sacar con sacacorchos a la Blanca Nieves de mi subconsciente y a colar a la impertinente Pipi Calzas Largas; sucia, desaliñada, malhablada, maleducada... y a ser abroncada en consecuencia, por nuestras madres y abuelas (es decir, todas las mujeres de edad adulta del lugar).
Ni una cosa ni la otra. ¿Qué hacer?: ¿elegir querer ser princesa con la sospecha de que hay algo vergonzoso en la exhibición de esa feminidad maximalista, pagando la consecuente factura social en el cole, en casa, en el barrio... o ser una Pipi rebelde, renunciando estoicamente a los mimos maternos?. Durísimo dilema. No sabía entonces, hasta qué punto me debatía internamente en la gran cuestión beauvoriana del siglo XX. Ese empeño testarudo del llegar a ser

Mi princesa favorita: la del guisante... y es que ¿hay alguien a quien no le hayan molestado alguna vez las arrugas de la sábana bajera?
Ilustración: Elena Odriozola


Más tarde, toda feminista se enfrenta a la gran cuestión psicoanalítica: matar al padre. Pero ¡ojo!, no vale matar al padre sin resucitar a la madre... atentas a las consecuencias. De todas es conocida la compleja relación entre madres e hijas; sólo hay que ver la angustiante "Sonata de Otoño" para hacerse una idea (realizada, por otro lado, por el sueco más misógino del universo). Es un proceso a dos bandas: descarnado, abrupto, conflictivo, doloroso, con el que tocará vivir consecuentemente desde entonces. Supone desplazar algunas certezas, abandonar otras... forma parte de hacerse objetiva de hacerse persona, de hacerse independiente, o lo que es lo mismo, de hacerse mayor.

Y por último (de momento), una vez llegadas a la política, las feministas lo tienen jodido. Se topan con el problema de la credibilidad y muchas veces con la incomprensión e incluso enfrentamiento con sus propi@s compañer@s. Ya sabemos que cuando una es abiertamente feminista, al abrir la boca se encuentra involuntariamente escupiendo hacia arriba, puesto que no podemos evitar que en ocasiones, el recelo ajeno nos alcance con una réplica en forma de lapo. Sin duda es una de las experiencias más tristes de la política que se une a tantas otras fatigas...
... Como el cansancio político ante toooooodas las causas que abrazamos a lo largo de nuestras vidas públicas, las injusticias que taaaaaanto nos abruman, la culpabilidad agotadora y la severa conciencia que nos interpela cada vez que hay que encender una luz, abrir un grifo, entrar en un súper, comerse una magdalena envuelta en plástico, hacer una transferencia bancaria, etcétera, etcétera, etcétera...
Pues yo sugiero que eso no es nada, ¡nada! comparado con el ejercicio minucioso de la supervisión continua de la identidad, de la mismidad, de los afectos, del ego, del superego, del referente, de la alteridad, de la otredad, de la singularidad, de la mónada, de la mestiza, de la sexualidad... de todas y cada una de las caras y matices de la existencia propia, analizadas con la despiadada lupa de la congruencia, en procesos agotadores de indagación y autoafirmación, deconstrucción y construcción propias por los que, irremediablemente una transita... cuando se es feminista. 

En fin; aquí se acaba la merienda y se acaban, por hoy, estas majaderías. Espero que hayan sido incómodas y cansinas, como son a veces las cosas del feminismo, y de la vida misma.