sábado, 31 de agosto de 2013

Viajar sola

No necesitan esperar ni tres segundos, ni poner cara de misterio ni actitud de guardar para sí la llave del gran secreto. No. Con una determinación pasmosa, como si formase parte de un conocimiento intrínseco, innato, ancestral, forjado a base de cazar ciervos durante milenios, y mientras otrxs estamos aún decidiendo cómo colocar el mapa, te dicen: "por allí". "Por allí, por qué?". "No ves que por allí está el mar, por allá, Marruecos y por allá, América?".
Lo dicen con increíble precisión, normalizando lo que a mí me parece un envidiable iluminismo agustiniano.
Por eso me encanta viajar sola. Porque estxs, para su desgracia, no conocerán nunca la sensación de pánico y triunfo adrenalínicos que se experimenta cuando te pierdes, y vuelves a encontrarte.