En la página “El BOE nuestro do cada día” leía ayer una entrada que recogía la composición del
nuevo Comité de Bioética de España, cuya renovación de sus doce miembros cada cuatro años se
explicitaba en el BOE de ayer. Entre otras cosas, este órgano consultivo tendrá como
atribución emitir un informe sobre la reforma de la Ley del aborto promovida por
el ministro Gallardón. Según las
pesquisas de El BOE nuestro de cada día,
al menos 7 de los 12 miembros se han declarado antiabortistas y dos de ellos
impulsaron el manifiesto contra la Ley del aborto socialista en 2009.
Otro clic buscando actualidad me lleva a una página de Le
Monde: “Congelar sus ovocitos, la esperanza del reloj biológico”. Inmediatamente me rechina tanta maternidad obligatoria. Parece
exagerado encontrar al primer pantallazo del día estas dos noticias consecutivas como primer impacto de actualidad. Según Le Monde, esta tecnología sería "une manière révolutionnaire de contrer les effets dramatiques du temps sur la fertilité des femme"
Recordé entonces a Verena Stolcke, que teorizaba magistralmente sobre mi desazón, en su texto “El sexo de la biotecnología”: “las biotecnologías, impulsadas por el determinismo genético pueden tener graves consecuencias para las mujeres debido a las posibilidades que estas técnicas prometen para la procreación humana alentados por los intereses y deseos configurados por las relaciones de poder y género vigentes (…) aunque las nuevas tecnologías conceptivas y contraceptivas han brindado a las mujeres al menos en los países ricos mayor libertad para decidir sobre nuestros cuerpos, al mismo tiempo refuerzan la maternidad como responsabilidad y destino de las mujeres”
Un poco más tarde, y sin habérmelo propuesto, encuentro otra
noticia para cerrar el círculo: "Una salida blanca y radiante de la crisis". Siempre mucho más folclórico y simplón, el cada vez menos
periódico de referencia de la izquierda socialdemócrata, nos anima, en sus páginas culturales, a
salir de la crisis de blanco, como si cubriéndonos de la gloria del divino sacramento pudiéramos las mujeres (objetualizadas, ya sin metáforas, como maniquíes) dar la
vuelta a este loco mundo sin salir de las paredes de la domesticidad.
Señores; no saldremos de la crisis de blanco. Saldremos de rojo.
Otra vez, como tantas veces en la historia del
capitalismo, nuestra sexualidad y libertad de deseo habrán de ser sacrificados
y puestos al servicio del motor de la producción, que devolverá a los “male
bread winners” a aquel estadio vital soportable anterior al desastre económico. Y todo
ello gracias a nuestro aspecto de radiante ángel del hogar en los altares de la
heteronormatividad biológica y social.
El discurso de la domesticidad se muestra ya sin ambages; y es que el esencialismo del mito del reloj biológico no parece un mal anticuerpo contra el supuesto sinsentido y apatía del desempleo. Ante las puertas de la
realización cerradas a cal y canto, el destino biológico parece una salida más
que digna.
Determinismo biológico,
heteronormatividad obligatoria, deseo disciplinado, normalidad
sexual, maternidad maximalista, naturalización de la feminidad, separación tradicional de roles y esferas… esto es lo que subyace en la
actualidad hoy en día, en este mismo momento histórico.Nunca el biopoder había sido tan extravagantemente exhibicionista.
Pero muchas, (y somo muchas!), seguimos obstinadas en que con hijxs o sin ellxs, saldremos de rojo, y con libre elección.
Es lo que tiene la absurdez de la "ciencia cristiana", que al final en lugar de curar enfermedades se pierde el tiempo estudiando servilmente las alucinaciones de unos pastores de cabras producidas por la sed del abrasador desierto palestino. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2011/06/la-imbecilidad-de-la-ciencia-catolica.html
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