En el último pleno de la Diputación de Barcelona, CUP-Poble Actiu hizo
referencia al nombramiento de dos asesoras de Barcelona en Comú para acto
seguido afirmar que “los asesores son el
principal desprestigio de la Diputación” (sic) y que por eso, ellxs han
propuesto una metodología de fiscalización. Dicha metodología consiste en cubrir
una ficha al mes en la que debemos poner cuántas horas hemos trabajado y qué hemos
hecho durante ese tiempo, además de (a partir de este lunes) fichar cuando entremos
y salgamos del edificio.
Hay algo de estas propuestas que me revuelve hasta la ansiedad: siempre me ha molestado el presentismo
laboral, porque nunca lo he querido practicar. Y soy una persona que, por esto
entre otras coses, es feliz trabajando.
Me molesta que me controlen mis horas de trabajo. Siempre me han
molestado los jefes fiscalitzadores al estilo patrón de fábrica. Y especialmente,
nunca me he dejado fiscalitzar las horas que paso en la oficina. Las horas en
las que me siento delante de un ordenador no significan horas trabajadas, ni
mucho menos, horas productivas, ni muchísimo menos aún, horas productivas con
valor añadido. Lo único que significa estar sentada ocho horas delante de un
ordenador es eso: estar sentado ocho horas delante de un ordenador. Y el
control de las horas no es más que eso:
control, sometimiento a una estructura jerárquica, disciplina, y una patética
vuelta al fordismo.
A cambio, siempre he compartido planificaciones y objetivos con equipos. ¿Por
qué las CUP- PA no piden objetivos, en lugar de fiscalizar horas? No puedo
imaginar una mejor manera para que las diputaciones funcionen por fin como
deberían: evaluar objetivos de los gobiernos, de la oposición y de lxs trabajadores
también, por qué no?. Pero claro, eso sería bastante tonto, incuso
contradictorio, ya que implicaría contribuir al éxito político de los demás grupos.
Mejor ahogar la iniciativa, la flexibilidad y la libertad de movimientos del
personal eventual, a ver si logramos entumecerlxs también, no vaya a ser que hagamos trabajo de calidad.
Pienso que el día que se evalúe el trabajo de oposición tanto como el de
gobierno, con la misma demanda de carga de responsabilidad, la política dejará
de ser un juego destructivo de dimes y diretes, y estará plenamente al servicio
de la ciudadanía. No sólo los gobiernos tienen que estar al servicio de la ciudadanía.
La oposición, al mismo nivel, también.
Confieso que tengo una especial urticaria a “fichar” en el lugar de trabajo.
Me viene de leer a Lafargue, a Goldman, a Debord, a Bourdieux, a las feministas
de la gestión del tiempo de vida y los trabajos.
Cualquier medida como la que está reclamando las CUP me parece una condena, me
parece entender el trabajo de manera mediocre, me parece pensar el trabajo de
las personas desde la estructura mental estrecha del male bread winner que
jamás ha tenido que conciliar, me parece ir en la dirección opuesta a lo que
debería ser el trabajo no alienado, y me parece además humillante. Me parece
humillante escuchar en el pleno a las CUP decir al resto de los grupos que
fiscalizarán la fiscalización que haga la institución. Como persona, me anula
un poco más, me cosifica un poco más, me convierte un poco más en ladrillo.
Nadie que haya trabajado en asociacionismo y movimiento social se ha pasado
permanentemente ocho horas pegada a una silla de oficina, a no ser que sea
contable.
Hablando de alienación, hago un inciso y os cuento una anécdota:
Hace una semana, subí al sexto piso, a secretaría, para hacer una pregunta. En la DIBA se considera algo extraño puesto que para eso, ya hay secretarixs que se lo piden a secretarixs y cosas así. Así que llegué al sexto piso e hice una pregunta a la primera persona con la que me topé. Su respuesta me dejó un poco en shock. Me dijo:
- "No sé... es que yo soy una subalterna"
La verdad es que yo soy una subalterna, pero de otra clase. Más a lo Spivak o a lo Fanon... en fin... de esto estamos hablando: la Institución al modo más brutalmente kafkiano, la institución como la peli de serie B: "La invasión de los ladrones de cuerpos"...
Me ha afectado esta tontería de CUP-PA, la verdad. Tengo que aprender a tener la piel más gruesa... Pero sí, me ha afectado, hay que ver. Quizás porque yo nunca he trabajado
para cumplir horas, ni para cobrar nómina, sino para ser feliz, Yo trabajo por
amor. Parece muy tonto, pero no lo es tanto… esa es la razón por la que defiendo
la renta básica. Es una razón muy poco ñoña y muy política. Trabajar para
sentirse libre, para ser feliz, para sentirse realizada, para aportar valor
añadido. Para ello es imprescindible quitarse las miradas amenazantes del
cogote.
Mejoremos las instituciones, ahora que estamos dentro, con buenas propuestas constructivas. La reflexión de fondo, compas de las CUP, yo la compro; la solución que proponéis, no. Es mediocre.
En fin, a partir del lunes, hay que hacer el gesto de fichar. Un gesto que a mí me hace un poco menos feliz, y a la Diputación de Barcelona, un poco más carca.
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