quinta-feira, 15 de dezembro de 2011

El binomio está de moda

En estos momentos, unos días después de la Cumbre de Jefes y Jefas de Estado de diciembre del 2011, hay todavía pocas certezas sobre lo que será el futuro económico y social tanto de la Unión como en claves nacionales, pero sí estamos percibiendo ya desde la ciudadanía, cómo está afectando en algunos casos las decisiones políticas que están marcando la gestión de esta crisis. Los acuerdos de esta Cumbre (contención del déficit, regulación férrea del gasto público, reforma de los mercados laborales, etcétera) confirman que la voluntad política de Europa no es otra que asumir la exclusión social como un daño colateral en el presente y futuro (próximo, al menos), e interpretarla como un fenómeno permanente e inherente a nuestras sociedades.
Podemos adivinar sin esfuerzo que la fractura social estructural será cada vez mayor[1], y tal y como afirman algunos autores y autoras generará nuevos sociogramas de colectivos excluidos [2] y en este caso, es obvio que las decisiones políticas tendrán mucho protagonismo en el diseño y configuración de estos nuevos sociogramas y nuevas sociedades en las que la distribución de los riesgos sociales es cada vez menor.
L@s autores citad@s hacen referencia a la combinación de la estructura y agencia a la hora de buscar las raíces de la exclusión: “el alcance y los perfiles sociológicos de la exclusión tendrán que ver con pautas de actitud y decisiones en torno a, por ejemplo, discriminar en el acceso a la vivienda, negar acceso al crédito, permitir la explotación de un trabajo infrasalariado, estigmatizar una adicción, precarizar una relación afectiva, no acompañar una soledad o no acoger a una persona o colectivo recién llegado[3]. Es necesario destacar que hoy en día, precisamente, el acceso a la vivienda, al crédito y al mercado laboral, ingredientes básicos para la vida y desarrollo de las personas y las familias, están vetados para una buena parte de la ciudadanía lo que conlleva un aumento de la vulnerabilidad de diferentes colectivos en riesgo de exclusión, y no sólo de éstos, sino de una buena parte de la sociedad que verá reducida su capacidad adquisitiva y los derechos sociales adquiridos. Las consecuencias que se deriven de estos hechos serán, probablemente, nuevos colectivos excluidos socialmente y una mayor vulnerabilidad de aquellos que ya se encontraban en peligro de exclusión, incluso antes de esta coyuntura económica. 
Il quarto stato. Da Volpedo 1901
Así, mientras el dogma de fe incrustado en esta Europa no atienda a  razones (ni a datos estadísticos, ni a estudios empíricos, ni a teorías sociológicas...)  veremos aumentar irremediablemente la pobreza y la brecha entre ric@s y pobres
Quizás de tanta postmodernidad, este binomio se haya puesto de moda.


[1] A este respecto, llama la atención la noticia publicada en El País Digital del 6 de diciembre del 2011: “La brecha entre ricos y pobres se dispara al nivel más alto en 30 años”. http://www.elpais.com/articulo/economia/brecha/ricos/pobres/dispara/nivel/alto/anos/elpepueco/20111206elpepieco_2/Tes

[2] SUBIRATS, J. et alt. (2003) Perfiles y alcance de la exclusión social. .Col. Polítiques  Socials, 03. IGOP

[3] Ibíd.

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